Camilo Venegas,
Campo de Texto
Uno de las marcas más ingeniosas de todos los tiempos es I Can´t Believe It´s Not Butter! Su nombre me atrajo tanto, que decidí probarla y verificar todo lo que prometía su etiqueta: fácil de untar aun acabada de sacar del refrigerador, más sabor a mantequilla que el resto de las margarinas y apenas la mitad de las grasas saturadas que regularmente poseen esos sustitutos.
Muchas veces, cuando un cliente nos pide que desaparezcamos los negativos de una nota de prensa, aun cuando se hacen indispensables, le decimos esa frase: “I Can´t Believe It´s Not Butter!”. Todo ha cambiado en las comunicaciones y ciertas reglas de las relaciones públicas tradicionales comienzan a ser obsoletas.
En las recientes elecciones de medio término, Barack Obama convocó a una rueda de prensa cuando apenas los electores comenzaban a votar. La victoria de los republicanos era ya inminente. Por eso Obama adelantó su mensaje, pero sin tratar de negar responsabilidades ni de minimizar la derrota. “Ha sido una paliza”, admitió.
Inmediatamente después de asumir los errores en su gestión, “tanto de contenido como de comunicación”, prometió rectificar y acercarse aún más a los ciudadanos, abriéndose a nuevas ideas y colaborando con la oposición. “Tengo que hacer un mejor trabajo”, concluyó. La magnitud del revés exigía una respuesta y fue dada justo a tiempo.
Una vez más el equipo de comunicaciones de Barack Obama da una lección de cómo manejar una crisis y, sobre todo, de cómo construir un mensaje alentador sin desestimar los ingredientes más desalentadores. No podrás creer que tan positivo es admitir lo negativo.
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