2 de enero de 2011

¿Por qué escribo?

Camilo Venegas,
Campo de Texto

Se han escrito libros de ensayos y de entrevistas sobre eso. Para mucha gente es muy importante saber por qué se escribe o, lo que siempre es más urgente, por qué se tiene la necesidad de escribir. Hay autores que le restan importancia a la duda y prefieren ni averiguarlo, otros, se la toman demasiado en serio y dan una respuesta tan elaborada que hasta para ellos mismos resulta inconcebible.
El País Semanal le acaba de preguntar a 50 escritores, de geografías y lenguas muy diversas, por qué escriben. Como suele suceder en esos casos, hay respuestas ingeniosas, aburridas, simpáticas, torpes, lúcidas, obvias o geniales. Ken Follet lo redujo todo a una cuestión de oficio: “es fantástico dedicarse a algo que uno sabe hacer bien”. Para responder, Carlos Fuentes se hizo una pregunta: “¿Por qué respiro?”.
Antonio Tabucchi también le puso signos de interrogación a sus respuestas: “¿Por qué tenemos miedo a vivir? ¿Por qué tenemos nostalgia de la infancia? ¿Por qué el tiempo pasado corrió de prisa o porque queremos detenerlo? ¿Escribimos porque a causa de la añoranza sentimos nostalgia, arrepentimiento? ¿Por qué queríamos haber hecho una cosa y no la hicimos o porque no deberíamos haber hecho algo que hicimos y no debíamos? ¿Por qué estamos aquí y queremos estar allá y si estuviéramos allá no hubiere resultado mejor quedarnos aquí”.
Mario Vargas Llosa lo había dicho ya muchas veces, pero se sitió en el deber de repetirlo: “Es el centro de lo que hago. No concibo la vida sin la escritura”. Sin embargo, la frase más rotunda de todas no la dijo ninguno de los cuestionados sino Samuell Beckett, a quien Tabucchi trajo a colación: “Escribo porque no me queda otra”.

6 de diciembre de 2010

El editorial de Diario Libre del Lunes Amarillo

Camilo Venegas,
Campo de Texto

El sábado en la mañana las portadas de los medios impresos de República Dominicana tenían algo en común. Por eso me entusiasmé a comentarlo en mi muro de Facebook: “Ninguno de los periódicos reseña la campaña por el 4% ni lo que sucederá el lunes. Esa es una de las razones por la que los medios tradicionales pierden cada vez más terreno. Entre los intereses de sus propietarios y la abulia de sus redacciones, están perdiendo el norte y cediendo su espacio (y su rol) a las redes sociales”.
Hoy, en cambio, el panorama fue diferente. Ya les fue imposible ignorar el impacto de lo que estaba pasando. El Día tiñó su primera plana de amarillo y su director, Rafael Molina Murillo, en el lugar del editorial dejó un espacio en áureo. Con mayor o menor destaque, todos los periódico lo reseñaron. Pero fue el Diario Libre quien puso una rara nota discordante, dejando claro que los que están al frente de su línea editorial no entienden el cambio que ha producido la Web 2.0 en los medios de comunicación y en la sociedad.
Lo primero que asombra a Diario Libre es que el movimiento a favor de que se cumpla la Ley y el Estado dominicano invierta en educación el 4% de PIB, no sea auspiciado por “los tradicionales dirigentes de sindicatos, políticos, trabajadores, o personas de los barrios marginados, empresarios, profesionales, religiosos y representantes de la clase media y alta de la sociedad”. En realidad, todos esos que se mencionan ahí están involucrados en la campaña, lo que pasa es que ya no necesitan a los diarios para expresarse y es eso lo que tiene a los editores de Diario Libre desconcertados.
Luego, en su columna, el director parece más preocupado por las comunicaciones del Gobierno que por el hecho social en sí. Adriano Miguel Tejada dejó para el final lo más inexplicable de sus palabras: “Lo más irónico de todo es que la lucha es dirigida por personas de clase alta y media que tienen sus hijos en colegios privados o han estudiado en esos centros de élite”. ¿No será justamente eso, la educación privilegiada que han recibido, lo que les da la posibilidad de advertir lo que otros, por permanecer en la oscuridad, no pueden ver?
El editorial del Diario Libre del Lunes Amarillo demuestra dos cosas: Primero, lo despistados que están muchos medios dominicanos del momento que se vive en las comunicaciones. Segundo, que los diálogos ya no solo se establecen entre los que tienen el poder y los que tienen para pagar una imprenta. Una cuenta de Facebook o de Twitter es gratuita, pero puede ser tan efectiva como un costoso edificio con una abultada redacción.

29 de noviembre de 2010

Un día demasiado “sexy” para comunicar

Camilo Venegas,
Campo de Texto

Hoy fue un día demasiado sexy para la historia de las comunicaciones. Comenzó con las verdades incómodas de Wikileaks y acabó con la muerte de B. B. King. A media mañana, se hablaba de la victoria de Roger Federer en la Copa de Maestros. Al anochecer, solo había espacio para el insultante baile del Barça.
Antiguamente se escribía para la posteridad. Aun cuando los periodistas estaban conscientes de su efímero oficio, ejercían pensando en su bibliografía pasiva. Ahora los titulares duran minutos y una gran idea puede acabar siendo tan efímera como la más disparatada de las ocurrencias.
El lunes 29 de noviembre de 2010 ocurrieron de una vez muchas de esas cosas que los viejos periodistas preferían por separado, para tener a mano la carne fresca de los titulares. Por eso, cuando se empezaban a engolosinar con todo lo que ofrecía Wikileaks, ganó Federer. Llegado el momento de hablar del genio de la raqueta, el Barça la emprendió contra el Real Madrid y, con una “manita” (5 a 0), escribió eso que los clásicos llamaban “una página de gloria”.
Justo en el momento en que los titulares sobre lo ocurrido en el Camp Nou comenzaban a “florecer”, desde Estados Unidos se filtró la noticia de que B. B. King acababa de fallecer. Minutos después, afortunadamente, se confirmó que solo se trataba de un rumor.Si aún estuviera vigente aquel periodismo a la vieja usanza, donde todos esperaban el titular de la mañana, ¿quién decidía esta noche esa frase demoledora? Hoy fue un día demasiado "sexy" para comunicar, pero las redes sociales se lo tragaron sin eructar.
Ya todos hablan de otra cosa.